Del amor, vida y muerte
"Pero si algo habían aprendido juntos era que la sabiduría nos llega cuando ya no sirve para nada."
"Todo lo que fue del espozo le atizaba el llanto: las pantuflas de borlas, la piyama debajo de la almohada, el espacio sin él en la luna del tocador, su olor personal en su propia piel. La estremeció un pensamiento vago: 'La gente que uno quiere debería morirse con todas sus cosas'."
"La viuda de Nazareth no faltó nunca a las citas ocasionales de Florentino Ariza, ni aun en sus tiempos más atareados, y siempre fue sin pretensiones de amar ni ser amada, aunque siempre con la esperanza de encontrar algo que fuera como el amor, pero sin los problemas del amor."
"Un día, en el colmo de la desesperación, ella le había gritado: 'No te das cuenta de lo infeliz que soy'. Él se quitó los lentes con un gesto muy suyo, sin alterarse, la inundó con las aguas diáfanas de sus ojos pueriles, y en una sola frase le echó encima todo el peso de su sapiencia insoportable: 'Recuerda siempre que lo más importante de un buen matrimonio no es la felicidad sino la estabilidad'."
"Transcurrían en silencio como dos viejos esposos escaldados por la vida más allá de las trampas de la pasión, más allá de las burlas brutales de las ilusiones y los espejismos de los desengaños: más allá del amor. Pues habían vivido juntos lo bastante para darse cuenta de que el amor era amor en cualquier parte, pero tanto más denso cuanto más cerca de la muerte."
El amor en los tiempos del cólera. Gabriel García Márquez.